24.8.12

Historia de Vasco




Viernes, 9 de diciembre de 2011
Opinión

Historia de Vasco

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Por Rodolfo Alonso *
Es con profunda, tocante emoción que recibo la anhelada y bienvenida noticia de que Ediciones En Danza, de Buenos Aires, va a lanzar finalmente en 2012 la poesía completa de Juan Antonio Vasco (1924-1984). No sólo porque, como les consta a su mujer y a sus dos hijas, hace ya mucho tiempo que aquí y allá, donde y cada vez que pude, venía insistiendo en la imperiosa necesidad de hacerlo, sino también porque, en todos los ámbitos de nuestra lengua, pero sobre todo en aquellos donde se produjo y donde se incluye: Argentina y Venezuela, la palabra vivaz y honda, vivificante y tañedora de este gran poeta latinoamericano, precisamente hoy debía volver a preñar el castellano con su timbre tan legítimo, con su tonada en que confluyen resonando el Plata y el Caribe.
Ya me había resultado particularmente alucinante tener que enfrentarme por escrito, en aquel panorama antológico de Juan Antonio Vasco que fue titulado como uno de sus mejores poemas: Déjame pasar (Ultimo Reino, Buenos Aires, 1988), con el amigo ya muerto que sin embargo sigue viviendo, hablando, mirándome y gesticulando desde nuestra propia memoria, literalmente desde su imagen todavía activa y movediza, indeleblemente grabada en el fondo de nuestras retinas.
Extraño fue entonces para mí toparme hecho lectura a un Juan Antonio Vasco que dentro mío conservo tan vivo y fresco como cuando lo conocí, apenas poco tiempo antes de su primera larga estadía en Venezuela, o cuando volvió de allí, unos diez años después, antes de comenzar a caer postrado en su trágico lecho de enfermo, donde lo esperaba otro largo viaje, quizás hacia sí mismo. Era unos diez años mayor que yo, pero esa distancia no existía en mi trato con él, a la vez exigente y fraternal. Al envío de mi cuarto librito, allá por 1959, respondió con unas líneas donde adoctrinaba amistosamente algo así como: “Desmelénate, chico. A ver qué barro arrastras”. Es que ya había dejado Chascomús y tomado contacto con el surrealismo porteño. Pero esas palabras suyas, a la vez toda una estética (y también toda una ética), nos testimonian y nos adelantan que su sincera adhesión a los postulados de André Breton y sus amigos no era en absoluto, de ningún modo, apenas intelectual.
El choque de aquella imagen íntima, privada, con el redescubrimiento que supuso entonces aquella antología preparada por Ricardo Herrera, fue capaz de producirme ciertas reverberaciones que quizá superaban, intuyo, el caso particular. Porque la palabra escrita, la palabra poética (y muy especialmente esta palabra), no es por supuesto meramente el reflejo, digamos especular, de una personalidad. No es, apenas, un instrumento, y mucho menos un utensilio. Aun para quien no acepte que el lenguaje tenga una vida propia, y se niegue entonces a imaginar que podamos ser nosotros su instrumento y no sólo a la inversa, difícil será negarse a la evidencia de aquello a lo que tan bien aludió el límpido Pedro Salinas: que el lenguaje tira de uno.
Y ya que estamos hablando de surrealistas, recordemos que la ortodoxia de ese movimiento quiso liberarse de los imperativos de la razón e imaginó –Breton dixit– un “automatismo psíquico puro” que permitiría la libre expresión del inconsciente. Pues bien, tal automatismo entonces considerado archirrevolucionario, a mi modesto entender no deja de seguir considerando al lenguaje como un instrumento, en este caso del inconsciente en lugar de la razón. Pero, a la vez, también resulta llamativo que, en una literatura como la argentina, donde prácticamente no ha tenido asidero el llamado “realismo mágico”, haya sido de los integrantes del pequeño grupo filosurrealista de donde surgieron voces tan hondamente, tan íntegramente latinoamericanas como las de Enrique Molina, Francisco Madariaga o Juan Antonio Vasco. Así como no es menos llamativo que, en todos ellos, cada cual a su modo, el esplendor de los paisajes soñados o entrevistos se haga uno, se haga carne en el esplendor de los lenguajes, orgánicamente espontáneos y, sobre todo para el caso de Vasco, sabiamente, sagazmente populares, en el mejor sentido.
Aquella selección de 1988, que creyó conveniente dividir su contenido entre poemas, cuentos, ensayos y traducciones (coincido en que no he leído mejor traducción castellana de Gottfried Benn), además de su loable intento (que recién ahora se va a cumplir en plenitud) de poner en circulación la personalidad de un poeta absolutamente singular y a la vez también significativo como vimos de ciertas actitudes más generales, ostentó asimismo otros méritos. Que comenzaban directamente por Historia de Vasco, título homónimo de aquel drama del luminoso Georges Schehadé que tan bien le sirvió allí a Herrera, en un lúcido hallazgo (y me sirve ahora a mí) para denominar igualmente a su atinada introducción. En la que seguía en gran medida el itinerario vital de nuestro poeta: su infancia de huérfano a quien llevan a vivir al campo, su adolescencia en Chascomús, el encuentro con los surrealistas porteños, los diez largos años en Venezuela, esa larga y lenta agonía de su maldita enfermedad (sobrellevada con tanta entereza, con tanto valor, realmente ejemplares).
Algunas claves se acentúan cuando vuelvo a leerlo: en primer lugar, la honestidad absoluta –doy fe–, la absoluta inocencia con que Vasco vivió y nunca trató de ocultar sus contradicciones (esas contradicciones que alguna vez comparé con señales de estar vivo), principalmente entre las antónimas poesía y publicidad, sin duda como agua y aceite para quien adhiriera al ideario surrealista que, bien sabemos, no era revolucionario apenas en literatura, y el ejercicio de altos cargos directivos en una desmedida multinacional. Pero también, y de un modo cabalmente relevante, su fidelidad, su pasión, su entrega a esa dicha del lenguaje que la poesía es según Wallace Stevens (su hermano también en contradicciones similares). Si Vasco inicia su producción en forma magistral a través de las formas clásicas castellanas, y aunque después tomara caminos bien opuestos, también es verdad que nunca las despreció, especialmente en el sentido de que él sabía que no debían considerarse una finalidad, sino un medio. Uno de los instrumentos posibles para ese verdadero fin que es el lenguaje, el genio de la lengua que tanto lo conmovió a él mismo descubrir vivo y contagioso en su itinerario latinoamericano, y sobre todo en su contacto tan fraternal con el pueblo venezolano.
Si hoy puedo continuar afirmando que, especialmente su imborrable Hay que pagar, pero también su sintomático Prohibido pasar, me siguen pareciendo absolutamente imprescindibles cuando se quiera hacer una muestra certera de la poesía latinoamericana contemporánea, bien sabemos que ello no es así tan sólo por sus evidentes, inclusive sonoros hallazgos verbales, por sus peculiares logros digamos estilísticos (que los tiene, y muchos), sino también por la forma en que, al hacerlo, allí quedan encarnados asimismo de manera inefable, indiscernible, su denuncia del hambre y la injusticia que soportaron y aún soportan tantos humildes de estas tierras, aquella otra idea de la poesía que “se hace negación de la iniquidad” que enarbolara nada menos que Baudelaire. Belleza que es verdad, y también viceversa, la palabra de Juan Antonio Vasco no seduce: enuncia; no propone, no discurre: evidencia. Como la indeleble “rosa de fuego” que él supo entrever y enaltecer también en don Antonio Machado, el fuego de su verdad y el fuego de su belleza vivirán hechos uno en el poema logrado, seguirán viviendo en otros, en quienes sean dignos de ellos.
* Poeta.
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21.8.12

Rodolfo Alonso en Flandes



Especialmente invitado, por segunda vez, el poeta, traductor y ensayista argentino Rodolfo Alonso permanecerá, durante todo el mes de septiembre próximo, en la residencia para escritores que el PEN Club de Flandes posee en la ciudad de Amberes.
El objetivo es profundizar su contacto con los poetas simbolistas belgas, en relación no sólo con la pintura flamenca sino, también, con su paisaje, sus entornos y su gente.
Aprovechará, además, para continuar indagando en los orígenes de la designación de “flamenco”, aplicada desde siempre en España al cante jondo.

Insoportable liviandad




Opinión

Rodolfo Alonso

Insoportable liviandad

RODOLFO ALONSO 18 de agosto de 2012
Yo también, como el agudo escritor italiano Alfonso Berardinelli en más alta ocasión, después de tantos años de trajinar el oficio debo disculparme con los lectores: tenía que escribir un comentario sobre Once minutos, el libro entonces más reciente de Paulo Coelho, y no me fue posible. ¿Será porque, regresando de Bélgica e Italia, lo que me obligó a frecuentar varios otros aeropuertos de países distintos pero sin embargo prácticamente similares entre sí, pude ver en todos la misma tapa de ese mismo libro reiterado hasta la saturación en todos los idiomas? ¿Será porque la misma contratapa repite en todos esos clones que el autor ya tuvo más de cuarenta y tres millones de libros vendidos y lectores en más de ciento cincuenta países, cifras que harto difícilmente podrían llegar a verse modificadas por opinión crítica alguna? ¿Será que, después de estadísticas tan hábilmente esgrimidas, no pude soportar la liviandad (a mi modesto entender no exenta de cinismo) con que ya desde el breve prólogo el autor se anima a pretender “hablar de aquello que me preocupa, y no de lo que a todos les gustaría escuchar”? ¿O será porque, ya en la tercera página, me fue imposible soportar –casi como una ofensa personal-- un lugar común de este calibre: “los pobres mantienen siempre la esperanza, independientemente de las tragedias que siempre les suceden”, que no deja de resultarme incluso cruel?
http://rodolfoalonso02.blogspot.com

20.8.12

Rodolfo Alonso - Principales títulos como editor


Rodolfo Alonso - Principales títulos como editor, en sus dos sellos sucesivos, por orden cronológico





RODOLFO ALONSO EDITOR (Buenos Aires):

MARQUÉS de SADE: “El presidente burlado” (traducción de Raúl Gustavo Aguirre, 1ª edición: 1968, 2ª edición: 1969, 3ª edición:  1971).
LEOPOLD von SACHER-MASOCH: “La Venus de las pieles” ((traducción de Alcira González Malleville, 1ª edición: 1968, 2ª edición: 1970).
GIACOMO CASANOVA: “Memorias 1750-1752” (traducción de Juan Merino y Martín Felipe Yriart, revisada por Herman Mario Cueva, 1968).
HERMAN MELVILLE: “Las Encantadas” (traducción de E. L. Revol, con un poema de W. H. Auden, 1968).
FRANCISCO GARCÍA JIMÉNEZ: “Estampas de tango” (1968).
BALDOMERO FERNÁNDEZ MORENO: “La mariposa y la viga” (1968).

BENJAMÍN SPOCK y MITCHELL ZIMMERMAN: “El doctor Spock habla de Vietnam” (traducción de María Vivanco, 1969).
JACK LONDON: “El llamado de la selva” (traducción de Hugo A. Brown, revisada por Herman Mario Cueva, 1969).
MARQUÉS de SADE: “Los crímenes del amor” (1ª edición: 1969, 2ª edición: 1970, 3ª edición: 1974).
OSCAR WILDE: “El alma del hombre bajo el socialismo” (traducción de Martha S. de Prengler, 1969).
EDGAR MORIN, ROLAND BARTHES, MARTÍN HEIDEGGER y otros: “La cuestión de los intelectuales” (traducción de Raúl Gustavo Aguirre, 1969).
ARMANDO ALONSO PIÑEIRO: “Collage Siglo XX” (1969).
MARQUÉS de SADE: “Cartas” (traducción de Amanda Forns, 1969).
OCTAVIO PAZ, HERBERT MARCUSE, EDGAR MORIN y otros: “El amor en cuestión” (traducciones de Vicky Palant y Rodolfo Alonso, 1ª edición: 1969, 2ª edición: 1972).
MARQUÉS de SADE: “La Marquesa de Gange” (traducción de Raúl Gustavo Aguirre, 1ª edición: 1969, 2ª edición: 1972).
NICOLAS RESTIF de la BRETONNE: “Sara o la última aventura de un hombre de cuarenta y cinco años” (traducción de Alcira González Malleville, 1969).
“Juicio criminal a don Juan Manuel de Rosas” (cuidado de la edición, notas y textos complementarios de Vicente Zito Lema, 1969).
MARY SHELLEY y otros: “Vampiros y otros monstruos” (selección y traducción de E. L. Revol, 1ª edición: 1969, 2ª edición: 1972).
JULIO VERNE: “Los quinientos millones de la Begum” (traducción de Raúl Gustavo Aguirre, 1969).
EDMUND BERGLER, MARIE LANGER, C. W. SOCARIDES y otros: “La homosexualidad femenina” (prólogo de Arnaldo Rascovsky, 1ª edición: 1969).
NATHANIEL HAWTHORNE, EDGAR ALLAN POE, HERMAN MELVILLE, MARK TWAIN y otros: “Historias de USA” (traducción de Hugo A. Brown, 1969).
VICENTE ZITO LEMA: “Feudal cortesía en la prisión del cerebro” (1969).
LADISLAO BIRO: “Una revolución silenciosa” (1969).

ALEXANDER SOLYENITSIN, ANNA AJMATOVA, SERGUEI ESSENIN, BORIS PASTERNAK, OSIP MANDELSTAM y otros: “Historias de la URSS” (traducción directa del ruso de Irina Astrau, 1970).
JAMES L. HYMES: “Como hablarle del sexo a tu hijo” (traducción de Marcelo Pérez Rivas, 1ª edición: 1970, 2ª edición: 1972, 3ª edición: 1974, 4ª edición: 1979).
VICENTE ZITO LEMA (compilador): “El pensamiento de Jacobo Fijman o el viaje hacia la otra realidad” (1970).
SALOMÓN: “Cantar de cantares” (versión de Fray Luis de León, prólogo de Jorge Guillén, 1970).
ANDRÉ BRETON, JOHN LENNON y otros: “Erotismos y/o perversiones” (selección de Rodolfo Alonso, 1970).
OCTAVIO PAZ, GEORGES BATAILLE, ALFREDO VARELA y otros: “Erotismos & amp; variaciones” (traducción de Rodolfo Alonso, 1970.)
VICENTE ZITO LEMA (compilador): “Antología del crimen pasional” (1970).
FRANCIS LACASSIN, PETER MARKHAM, PAUL THEROUX y EDGAR RICE BURROUGHS: “Tarzán al desnudo” (1970).
FRANCISCO de QUEVEDO: “El siglo del cuerno” (1970)
JOHN FORD: “Lástima que sea una p...” (traducción de E. L. Revol, 1ª edició
n: 1970, 2ª edición: 1974).
LAWRENCE LIPTON: “La revolución erótica” (traducción de Ana Weyland, 1ª edición: 1970, 2ª edición: 1972).
JACQUES PRÉVERT: “Historias” (traducción de Rodolfo Alonso, 1970).
JOHN CLELAND y otros: “Erotismos” (1ª edición: julio 1970, 2ª edición: octubre 1970).
MARQUÉS de SADE: “Tres novelas ejemplares” (traducción de Amanda Forns de Gioia, 1ª edición: 1970, 2ª edición: 1973).
LAWRENCE LIPTON: “La revolución erótica en las artes” (traducción de Ana Weyland, 1970).
SAFO: “Obras completas” (traducción directa del griego, prólogo y notas de Oscar Andrieu, 1970).
ALBERT EINSTEIN, SIGMUND FREUD, L. BRICE BOYER, GUSTAV BYCHOWSKI, LUIS FEDER, FRANCO FORNARI, LEÓN GRINBERG, MARIE LANGER, R. E. MONEY-KIRLE, SANTIAGO RAMÍREZ, ARNALDO RASCOVSKY, EMILIO RODRIGUÉ
, HILDA S. ROLLMAN-BRANCH, EMANUEL K. SCHWARTZ y MARTÍN WANGH: “El psicoanálisis frente a la guerra” (introducción de Rodolfo Alonso, 1970).
RENÉ AVILÉS FABILA, JOSÉ ADOLPH y otros: “Primera antología de la ciencia ficción latinoamericana” (1970).
ADRIANA CIVITA: “Somos así” (1970).
ORLANDO F. CALGARO: “Los métodos” (1970).
MANRIQUE FERNÁNDEZ MORENO: “Pateando un empedrado” (1970).
MARIO SATZ: “Las frutas” (1970).
LEDA VALLADARES: “Mutapetes” (1970).
PEDRO ORGAMBIDE: “Las hermanas” (1970).
ÁLVARO VALLE: “El consejo” (1970).

ERNESTO SÁBATO: “Claves políticas” (1ª edición: 1971, 2ª edición: 1972).
GEORGES FRIEDMANN, JAN TINBERGEN, NORMAN MAILER y otros: “¿Sociedad de consumo o civilización del bienestar?” (traducciones de Juana Bignozzi y Rodolfo Alonso, 1971).
MARQUÉS DE SADE: “Diario inédito” (traducción de Rodolfo Alonso, 1971).
PIERRE BROUÉ, MAXIMILIEN RUBEL y otros: “Partido y revolución” (traducción de Rodolfo Alonso, 1971).
SERGE MOSCOVICI, MAX PAGÈS y otros: “Psicología social y compromiso político” (traducción de Rodolfo Alonso, 1971).
ROMAN JAKOBSON, ROLAND BARTHES y otros: “El lenguaje y los problemas del conocimiento” (traducción de María Teresa La Valle y Marcelo Pérez Rivas, 1ª edición: 1971, 2ª edición: 1974).
ROBERT LOUIS STEVENSON, CHARLES DICKENS y otros: “Los grandes narradores de Inglaterra” (1971).
HERBERT MARCUSE, EDGAR MORIN y otros: “La nueva imagen del hombre” (1ª edición: 1971, 2ª edición: 1975).
ELSA Z. POSELL: “La música actual en los Estados Unidos” (traducción de Horacio Saavedra, 1971).
AMBROSE BIERCE, ALFRED JARRY, SAKI y otros: “El humor más serio del mundo” (traducción de Alcira González Malleville, 1971).
RODOLFO IZAGUIRRE: “Historia sentimental del cine norteamericano” (1971).
HENRY y SYDNEY COWELL: “Charles Ives y su música” (prólogo de Juan Carlos Paz, traducción de Floreal Mazía, 1971).
TIBOR MENDE, PIERRE NAVILLE y otros: “China sin mitos” (traducción de Alcira González Malleville, 1971).
ÁNGEL GARMA, EDUARDO KALINA y otros: “Psicología del fumador” (selección de Rodolfo Alonso, 1971).
DAVID LIBERMAN, MAURICIO ABADI y otros: “Psicología del obeso” (1971).
BIRGITTA LINNÉR: “La revolución sexual en Suecia” (1971).
MARQUÉS de SADE: “Historia secreta de Isabel de Baviera, reina de Francia” (traducción de Alcira González Malleville, 1ª edición: 1971, 2ª edición: 1973).
E. T. A. HOFFMAN, EDGAR ALLAN POE, OSCAR WILDE, JAMES JOYCE y otros: “Fantasmas y otras apariciones” (selección de Rodolfo Alonso, 1971).
BRAM STOKER: “Drácula” (traducción de Marcelo Pérez Rivas, 1ª edición: 1971, 3ª edición: 1974).
ARISTÓFANES: “Lysistrata” (traducción y notas de R. M. Lafuente, 1971).
CÉSAR VALLEJO: “Cartas a Pablo Abril” (prólogo de Eugenio Montejo, selección y notas de José Manuel Castañón, 1971).
ARMANDO ZÁRATE: “El corazón cae fuera del camino” (1971).
MERCEDES NÚÑEZ: “Pocas palabras” (1971).
LEDA VALLADARES: “Camalma” (1971).
ENRIQUE GAINZA: “El consejo” (1971).

NICOLÁS EYMERIC: “El Manual de los Inquisidores” (traducción de Amanda Forns de Gioia, 1972).
RICHARD KOSTELANETZ: “USA: ¿revolución cultural?” (traducción de Marí
a Teresa La Valle y Marcelo Pérez Rivas, 1972).
ALFRED JARRY, AMBROSE BIERCE y otros: “El humor más negro del mundo” (selección de Rodolfo Alonso, 1972).
PAUL FEVAL: “La ciudad vampiro” (traducción de Amanda Forns de Gioia, 1972).
BRAM STOKER y otros: “Tiempo de asesinos” (selección de Rodolfo Alonso, 1972).
A. E. GIGENA (compilador): “El verdadero D. H. Lawrence” (1972).
BRAM STOKER y otros: “Antes y después de Drácula” (selección y notas de Rodolfo Alonso, 1972).
MARQUÉS de SADE: “La doble prueba” (traducción de Amanda Forns de Gioia, 1972).
ALEXEI TOLSTOI: “Una familia de vampiros” (traducción de Olga de Wolkonsky, 1972).
ANDRÉ MARTINET: “La fonología como fonética funcional” (introducción de Luis J. Prieto, 1972).
OSKAR LANGE: “Economía socialista y planificación económica” (1972).
MARTÍN SAGRERA: “La lucha contra el patriarcado” (1972).
ROBERT CLARK, HOMER CAPPARELLI y otros: “Psicología del hijo único” (selección de Rodolfo Alonso, traducción de Iris Ludmer, 1972).
VLADIMIR PROPP: “Las transformaciones del cuento maravilloso” (traducción de Hugo Acevedo, 1972).
E. MELETINSKI: “Estudio estructural y tipológico del cuento” (traducción de Hugo Acevedo, 1972).
HENRI LEFEBVRE y otros: “La crisis actual de la política” (traducción de Rodolfo Alonso, 1972).
DAVID COOPER y otros: “Drogas, ¿revolución o contrarrevolución?” (selección de Rodolfo Alonso, 1972).
THOMAS L. SZASZ, ROBERT SAVITT y otros: “Psicología del drogadicto” (selección de Rodolfo Alonso, 1972).
ERNST FISCHER: “Lenguaje y arte” (traducción de Hugo Acevedo, 1972).
WANDA de SACHER-MASOCH: “Confesión de mi vida” (traducción de Amanda Forns de Gioia, 1972).
ALAIN TOURAINE, JEAN FOURASTIÉ, GEORGES FRIEDMANN y otros: “Civilización técnica y sociedad de masas” (traducción de Rodolfo Alonso, 1972).
ARMANDO BAULEO, ROBERTO HARARI, DAVID LIBERMAN, ARNALDO RASCOVSKY y EDGARDO ROLLA: “Psicoanálisis, ¿adaptación o cambio?” (selección de Sara Mizdrahi y Rita L. Mizdrahi de Martín, 1972).
RICHARD LEHAN: “El mundo de Scott Fitzgerald” (traducción de María Teresa La Valle y Marcelo Pérez Rivas, 1972).
HORACIO DE AZEVEDO: “Otro cielo” (1972).
ÁNGEL NÚÑEZ: “Nosotros-piedra” (1972).
ADOLFO COLOMBRES: “Caranday de las muertes” (1972).

MERCEDES FREIRE de GARBARINO, DIEGO GARCÍA REINOSO, DAVID LIBERMAN, MARÍA ESTHER MORERA y FRIDA ZMUD. “Conflictos psicológicos del niño y la familia” (selección de Rodolfo Alonso, 1973).
MICHELINE GUITTON, BRUNO BETTELHEIM y otros: “Psicología del torturador” (selección de Rodolfo Alonso, 1973).
LEOPOLD von SACHER-MASOCH: “Demonios y sirenas” (traducción de José Novo Cerro, 1973).
THEODOR W. ADORNO, PIERRE FRANCASTEL y otros: “El arte en la sociedad industrial” (traducción de María Teresa La Valle, 1973).
N. LEITES y P. KECSKEMETI: “Psicoanálisis del nazismo” (traducción de Josefina Ludmer, 1973).
KARL MARX y FRIEDRICH ENGELS: “Escritos sobre lenguaje” (recopilación, prefacio y apéndice de Hugo Acevedo, 1973).
CHARLES FOURIER: “Crítica de la civilización y de las ideologías” (traducción de Juana Bignozzi, 1973).
PAUL JURY: “Diario de un cura” (traducción de Rodolfo Alonso, 1973).
FRANCIS EDELINE y otros: “Análisis estructural del texto poético” (selección y notas de Rodolfo Alonso, traducción de Amanda Forns de Gioia, 1973).
GUY DE BOSSCHÈRE: “De la tradición oral a la literatura” (selección y traducción de Rodolfo Alonso, 1973).
WILLIAM R. D. FAIRBAIRN: “Psicología del artista” (traducción de Arturo César Maccarini, 1973).
CHARLES IVES: “Ensayos para una Sonata” (selección y prólogo de Howard Boatwright, traducción de María Teresa La Valle, 1973).
THÉOPHILE GAUTIER, NICOLAI GOGOL y otros: “Los herederos de Drácula” (selección y notas de Rodolfo Alonso, 1973).
ROMAN JAKOBSON y JUAN A. MAGARIÑOS DE MORENTIN: “Semiología, afasia y discurso psicótico” (1973).
ERNST MANDEL y otros: “La inflación” (traducción de María Hornos, 1973).
LUCIO V. MANSILLA: “Rozas / Estudio histórico-psicológico” (1973).
L. FRANK BAUM: “El país del Mago de Oz” (traducción de Lucrecia Castagnino, 1973).
JACK LONDON: “La plaga escarlata” (traducción de María Teresa La Valle, 1973).
JOSÉ HERNÁNDEZ y DOMINGO F. SARMIENTO: “Vidas del Chacho” (prólogo de Pedro Orgambide, 1973).
BRAM STOKER: “La madriguera del Gusano Blanco” (traducción de Marcelo Pérez Rivas, 1973).
JOSÉ LUIS VÍTTORI: “Imago mundi / Notas para una morfología de la imagen literaria” (1973).
MIJAIL BAKUNIN, ERRICO MALATESTA, GEORGES BRASSENS y otros: “El amor libre” (1973).
MARCEL SCHWOB: “Corazón doble” (traducción de Amanda Forns de Gioia, 1973).
ALFRED JARRY: “Gestos y especulaciones” (selección de Rodolfo Alonso, traducción de Amanda Forns de Gioia, 1973).
HENRY JAMES: “Historias de fantasmas” (traducción de Amanda Forns de Gioia, 1973).
ANNELIES ARGELANDER ROSE, WIOLA W. BERNARD, J. LOUISE DESPERT, EDUARDO KALINA, SYLVAN KEISER, GIULIANA SMOLENSKY DE DELLAROSSA: “Conflictos psicológicos de la adolescencia” (selección de Rodolfo Alonso, prólogo de Eduardo Kalina, 1973).
JEAN-PAUL SARTRE y otros: “Los intelectuales y la revolución / Después de mayo de 1968” (traducción de Amanda Forns de Gioia, 1973).
DAVID LIBERMAN y otros: “Conflictos psicológicos de la sexualidad” (selección de Rodolfo Alonso, 1ª edición: 1973, 2ª edición: 1979).
MAURICIO ABADI, LUISA G. DE ÁLVAREZ DE TOLEDO, FIDIAS R. CESIO, HENRY EDELHEIT, MARTA NIETO GROVE: “Lenguaje y psicoanálisis” (selección de Rodolfo Alonso, 1973).
JOSÉ REMUS ARAICO y otros: “Latinoamérica: psicoanálisis y realidad social” (1973).
OSCAR GAIMARO: “Diccionario de los ingenios” (1973).
PIERRE DE BOURDEILLES, SEÑOR DE BRANTÔME: “Las damas galantes” (traducción de la Marquesa de Fermorán, 1973).
JEAN RAY y otros: “Los monstruos que vendrán” (selección de Rodolfo Alonso, 1973).
ARMANDO ZÁRATE: “O dulce espontáneo” (1973).
ANTONIO LAS HERAS: “Kohoutek” (1973).
CARLOS LATORRE: “Campo de operaciones” (1973).
ANTONIO LAS HERAS: “Verdad y leyenda de los grandes cometas” (1973).

JEAN COCTEAU: “El libro blanco” (traducción de Rafael Ferrer, 1974).
JUAN MANUEL DE ROSAS: “Cartas desde el exilio (1853-1875)” (selección, prólogo y notas de José Raed, 1974).
REVISTA “MÉDICO MODERNO”: “¿Qué sabe usted de drogas? (1974).
 “La Constitución Nacional de 1949” (texto original completo, introducción de Orlando J.Calgaro, 1974).
LEÓN TROTSKY: “La revolución estrangulada” (traducción de Silvia Elena Palomar, 1974).
JUAN JOSÉ ARREOLA, PIERRE BETTENCOURT, VIRGILIO PIÑERA y otros: “El humor más negro que hay” (selección de Rodolfo Alonso, 1974).
RUY MAURO MARINI, PÍO GARCÍA y otros. “¿Por qué cayó Allende?” (1974).
LELIO BASSO, ROSSANA ROSSANDA, MARTHA HARNECKER, PEDRO VUSKOVIC, JACQUES CHONCHOL, PAUL SWEEZY, THEOTONIO DOS SANTOS y otros: “Transición al socialismo y experiencia chilena” (1974).
ANDRÉ MAUROIS, ROGER VAILLAND y otros: “Hay que volver a inventar el amor” (traducción de Jorge A. Serrano Redonnet, 1974).
SANTIAGO DOWLING (compilador): “Chile, primavera negra / Cara y cruz del golpe militar” (1974).
ANATOLY DNEPROV, ILYA VARSHAVSKY y otros: “Otros seres, otros mundos / Ciencia-ficción soviética” (traducción de Juan J. Mathé, 1974).
MARQUÉS de SADE: “Ernestina” (traducción de Amanda Forns de Gioia, 1974).
GASTÓN GORI: “Vagos y mal entretenidos” (3ª edición, 1974).
ARMANDO BEILIN: “Yendo a ninguna parte” (1974).
ORLANDO F. CALGARO: “La vida en general” (1974).
ARMANDO BEILIN: “La mujer domada” (1974).
CARLOS LATORRE: “Los puntos de contacto” (1974).
ANTONIO LAS HERAS: “Informe sobre los visitantes extraterrestres y sus naves voladoras” (1ª edición; 1974, 2ª edición: 1976).

JUAN BAUTISTA ALBERDI: “El crimen de la guerra” (1975).
AMBROSE BIERCE: “Fábulas fantásticas” (traducción de Lucrecia Castagnino, 1975).
MARQUÉS de SADE: “Diálogo entre un sacerdote y un moribundo” (traducción de Rodolfo Alonso, 1975).
CÉSAR VALLEJO: “Enunciados de la guerra española” (selección, prólogo y notas de Armando Zárate, 1975).
AMBROSE BIERCE: “Humor amargo” (traducción de Ana Becciu, 1975).
SERGE LATOUCHE: “Lingüística y economía política” (traducción de Amanda Forns de Gioia, 1975).
PAUL VALÉRY: “Introducción a la Poética” (traducción de Rodolfo Alonso, 1975).
JEAN-LOUIS BARRAULT, MAURICE BLANCHOT, EUGÈNE IONESCO, ANDRÉ
 BRETON, JEAN WAHL, ANTONIN ARTAUD  y otros: ¿Quién conoce a Antonin Artaud?” (Selección, traducción y notas de Rodolfo Alonso, 1975).
FERNANDO ROSSI-LANDI: “El lenguaje como trabajo y como comercio” (traducción de Amanda Forns de Gioia, 1975).
PIERRE CHODERLOS de LACLOS: “Las relaciones peligrosas” (1975).
MONTFAUCON de VILLARS: “Conversaciones con el Conde de Gabalis sobre las Ciencias Ocultas” (traducción de Amanda Forns de Gioia, 1975).
PASCUAL VUOTTO: “Vida de un proletario / El Proceso de Bragado” (prólogo de Osvaldo Bayer, 1975).
CHARLES PERRAULT: “Cuentos originales” (ilustraciones de Gustave Doré, traducción de Amanda Forns de Gioia, 1975).
EDUARDO KALINA y HALINA LAUFER: “Hablando con padres de adolescentes” (traducción y prólogo de Santiago Kovadloff, 1975).
ALINA DIACONU: “La Señora” (1975).
RUBENS GRANILLO: “Poemas interiores” (1975).
FELICIANO HUERGA: “América narra” (1975).
CARLOS LATORRE: “Los temas del azar” (1975).
OSVALDO FASOLO: “El hombre que yo inventé” (1975).


ARMANDO ZÁRATE: “Antes de la vanguardia” (1976).
ADAM SCHAFF: “La gramática generativa y la concepción de las ideas innatas” (traducción de Amanda Forns de Gioia, 1976).
MARQUÉS de SADE: “Eugenia de Franval” (traducción de E. L. Revol, 1976).
ANTONIO LAS HERAS: “Parapsicología y ovnis” (1976).
ARMANDO BEILIN: “Elfride” (1976).
FRANCISCO (PANCHO) MUÑOZ: “La lámpara sobre la mesa” (1976).
ROBERTO ENRIQUE BANCHS: “Las evidencias del fenómeno OVNI” (1ª edición: 1976).









EDITORIAL RODOLFO ALONSO (Buenos Aires):

JORGE ASÍS: “Cuaderno de Oberdán Rocamora” (1977).
ANTONIO LAS HERAS: “Respuestas al Triángulo de las Bermudas” (1ª edición: septiembre de 1977, 2ª edición: octubre de 1977, 3ª edición: noviembre de 1977).

RENÉ ALLEAU, ROBERT AMADOU, MICHEL BUTOR y otros: “Rumbos actuales del ocultismo” (traducción de Amanda Forns de Gioia, 1978).
RAYMOND T. McNALLY y RADU FLORESCU: “La verdadera historia de Drácula” (traducción de Dafne C. Sabanes de Plou, 1978).
ANTONIO LAS HERAS: “Explosión extraterrestre” (1978).
JOSÉ CARLOS GALLARDO: “A la orilla del tiempo” (1978).
ALEXANDER KAZANTSEV: “Alguien vino del futuro” (1978).
WILLIAM SHAND: “Una extraña jornada” (1978).
GERARDO MONTERO QUIRÓS: “Ovnis sobre América” (1978).
ROBERTO ENRIQUE BANCHS: “Las evidencias del fenómero OVNI” (2ª edición: 1978).
ANTONIO LAS HERAS: “Encuentros extraterrestres del tercer tipo” (1978).

EDMUND BERGLER, MARIE LANGER, C. W. SOCARIDES y otros: “La homosexualidad femenina” (prólogo de Arnaldo Rascovsky, 3ª edición: 1979).
ROMAN JAKOBSON, ROLAND BARTHES, ABRAHAM MOLES y otros: “El lenguaje y los problemas del conocimiento” (traducción de María Teresa La Valle y Marcelo Pérez Rivas, 3ª edición: 1979).
THOMAS SZASZ, ROBERT SAVITT y otros: “Psicología del drogadicto” (selección de Rodolfo Alonso, 2ª edición: 1979).
GUILLERMO SACCOMANNO: “Partida de caza” (1979).
FRANCISCO J. VETROMILE: “Nada sin amor” (1979).
OSCAR LLANES: “Mediodía” (1979).
LUIS SIRIO: “Solamente tú” (1979).
FERNANDO SÁNCHEZ SORONDO y otros: “Poetas juntos” (1979).

ANDREW GRAHAM-YOOLL: “Así vieron a Rosas los ingleses” (prólogo de Félix Luna, 1980).
EDUARDO MORÓN ALCAIN: “Fundamento filosófico de la historia como ciencia” (1980).
CÉSAR MERMET: “La lluvia y otros poemas” (presentación de Jorge Luis Borges, selección y prólogo de Félix della Paolera, 1980).
PERLA CHIROM: “El deseo sin amor” (1980).
LUCÍA LARAGIONE: “La rosa inexistente” (1980).
GUILLERMO WASSERZUG: “Malas artes” (1980).
ARMANDO BEILIN: “Lovni story” (1980).

PERLA ZAYAS de LIMA: “Diccionario de autores teatrales argentinos [1950-1980] (1981).
HORACIO PRELER: “El ojo y la piedra” (1981).
JORGE GARCÍA SABAL: “Figura de baile” (1981).
MARÍA CECILIA FONT: “Cilanco” (1981).
GUILLERMO WASSERZUG. “Vaso griego” (1981).
AGUSTINA ROCA: “Rituales” (1981).
NICOLÁS PEYCERÉ: “El Evangelio apócrifo de Hadattah” (1981).
RODOLFO MODERN: “En blanco y negro” (1981).
C. E. FEILING y otros: “Poesía inmediata” (1981).

GIUSEPPE MASCOTTI: “Poemas del medio siglo” (1982).
MARÍA DE MONTSERRAT: “Grandes sueños” (1982).
ENRIQUE BLANCHARD: “El disfraz del cuerpo” (1982).

EDUARDO LUIS BALBACHÁN: “Los ignorados pasajes de Buenos Aires” (fotos del autor, 1983).
PERLA ZAYAS de LIMA: “Relevamiento del teatro argentino [1943-1975]” (1983),
GUILLERMO WASSERZUG: “La gran fiesta” (1983).
MARÍA SUSANA LOZA: “Objeto erótico” (1983).
GIUSEPPE MASCOTTI: “Noches” (1984).
MARÍA CECILIA FONT: “Mito y realidad en Alejo Carpentier” (1984).

GIUSEPPE MASCOTTI: “Humanidad, patria mía” (1985).

ALONSO BARROS PEÑA: “Nacimiento del agua” (1986).
ALONSO BARROS PEÑA: “Oscura música” (1986).

MARÍA CECILIA FONT: “La espada más aguda” (1987).

ALONSO BARROS PEÑA: “Fuego incesante, fuego sometido” (prólogo de Rodolfo Alonso, 1988).









EDITORIAL LIBROS DE AMÉRICA (Buenos Aires):

MARTÍN SAGREGRA: “Argentina superpoblada” (1976).

ESTHER IHIGO: “Teatro para leer” (1979).

TEDDY WILKINS: “La silla en el agua” (1980).

BLANCA RAVIGNANI de JACCARD: “Luciana de la sombrilla” (1981).
VV. AA.: “Poesía ´82” (1981).
RODOLFO ALONSO: “Sol o sombra” (1981).
MARÍA INÉS MORENO: “El número humano” (1981).

MARÍA DEL CARMEN VALLEJO: “Poemario de mis días y otros tiempos” (1982).
MARÍA CRISTINA CHARRO: “Partir permaneciendo” (1982).
DEISDE ROCNI: “Monjas en pantalones y bicicletas” (1982).
RODOLFO ALONSO: “Poesía: lengua viva” (1982).
VV. AA.: “Cuento & Poesía ¨82” (1982).

VV. AA.: “Nuevos autores nacionales” (1983).
IRMA A. GALLETTI de MASTRANGELO: “Vertiente de ensueños” (1983).
MARIO RAFAEL BORSANI: “Las infancias de Jesús” (1983).

MARÍA DEL CARMEN VALLEJO: “Infidencias e imágenes” (1986).





Rodolfo Alonso – Principales ediciones para bibliófilos, con tiradas limitadas y ejemplares numerados y firmados


RODOLFO ALONSO: “El músico en la máquina”, con dibujos de LIBERO BADII (Librería Galatea, Buenos Aires, 1958).

RODOLFO ALONSO: “Amores”, con dibujos de LIBERO BADII (Imprenta Anzilotti, Buenos Aires, 1963).

RODOLFO ALONSO / LIBERO BADII / GRETE STERN (Imprenta Anzilotti, Buenos Aires, 1963).

RODOLFO ALONSO: “Palabras”, con grabados de LIBERO BADII Imprenta Anzilotti, Buenos Aires, 1965).

RAÚL GUSTAVO AGUIRRE y RODOLFO ALONSO: “Seis fuegos”, con grabados de LIBERO BADII (Imprenta Anzilotti, Buenos Aires, 1968).

RODOLFO ALONSO: “Las hojas cantan con el viento”, con grabados de LIBERO BADII (Imprenta Anzilotti, 1983).

16.8.12

La balada de Haroldo Conti



Opinión

Rodolfo Alonso

La balada de Haroldo Conti

RODOLFO ALONSO 11 de agosto de 2012
Más allá de que los temas del río y del mar, de barcos y marinos, devienen elementos casi míticamente subyacentes en el mundo de Haroldo Conti, es en los mejores momentos de su escritura, en lo que ya podemos definitivamente llamar su estilo, donde la narración alcanza ese ritmo sostenido y tocante, suelto y escandido, iluminador y contagioso, hecho de aliento y fuerza, de ligereza y de poder, ineludiblemente orgánico y al mismo tiempo etéreo, flotante, mágico.
Que cuajó de manera magnífica –incluso con algunas rebarbas y con algún punto grueso aquí y allá, prueba de su gestación espontánea, en absoluto intelectualizada–, con La balada del álamo carolina. Ese libro por tantos motivos revelador, especialmente en el breve e indeleble relato inicial, que da título al conjunto pero, también, en otros tan logrados como Memoria y celebración o Las doce a Bragado, por citar sólo algunos, pero sin duda ejemplares. La supuesta discusión sobre los rótulos resulta, aquí también, infinitamente irrelevante. Que yo descubra lirismo donde algún otro percibirá realismo nunca será tan sólo un problema de conceptos. Porque el lenguaje humano, ya lo sabemos, ay, inviste la misma ambigüedad que nuestra condición. Pero es de esa carencia, justamente, de esa dificultad de comunicación monosémica, en un único sentido, que el gran arte de la literatura hizo siempre su cantera, su taller de trabajo.
Como lo prueba, entre nosotros, precisamente Haroldo Conti. Que era además una gran persona, un hombre sensible, afable, humilde, sin pavoneo alguno y sin la más mínima soberbia, a la vez concienzudo y fraternal, pero sin proponérselo, como natural emanación de su ser más legítimo. Como me tocó conocerlo, durante un largo rato, la única vez en que nos fue dado encontrarnos personalmente, cuando yo dirigía una revista y quise hacerle una nota, a comienzos de los años sesenta. Circunstancia que, felizmente, quedó reflejada en una significativa serie de fotografías, que todavía conservo, donde se lo ve joven y abierto, se lo percibe comunicativo y responsable.
“Dulce farito del Cabo de Santa María, obelisco suplente, ¡cuántas historias alumbrarás todavía cuando yo sólo persista en estas líneas!”. De pronto estas bellísimas palabras de Haroldo Conti, pura intensidad y calidez, transidas de melancólico lirismo, leídas prácticamente poco antes de finalizar una feliz reedición de La balada del álamo carolina, uno de sus libros más entrañables, no sólo me atenazaron la garganta con una conmovida emoción, que no me cuesta imaginarme compartida. Sino que de algún modo, como en la tragedia griega, venían a cerrar el círculo. Porque esa muerte, teórica pero ineludible, apenas presentida en 1975, cuando escribía Tristezas de la otra banda, iba a concretarse en forma perversa el 4 de mayo del año siguiente, cerrando la parábola de su destino sudamericano, al poco tiempo de instalarse la dictadura, que convirtió a este gran escritor en uno de los primeros desaparecidos, en una de las primeras víctimas de la represión ilegal. Como llega a ocurrir sólo en contados casos, en casos señalados, a la límpida metáfora viva de su obra la muerte vino a acuñarle, como sombrío resplandor, como aura trágica, la dolorosa metáfora de su sino.




15.8.12

Y quién se va a olvidar de Héctor Tizón




Jueves, 2 de agosto de 2012
Opinión

¿Y quién se va a olvidar de Héctor Tizón?






Por Rodolfo Alonso *
Los años nos permiten, a veces, algunos privilegios. No es de los menores, a mi humilde entender, haber podido asistir a la realización de los amigos. Hace ya ciertos años, en la misma entrañable Maimará (donde nació Jorge Calvetti) la lluvia nos inclinó a refugiarnos, con Héctor Tizón, en uno de los dos únicos boliches del pueblo. Afuera, sobre el frente de adobe, un pequeño cartel ingenuamente rústico seguía rezando Los Naranjos. Adentro, en un ámbito que como el rayo y sólo por un instante me sugirió a Macondo, porque nadie confunde a la Quebrada, mientras entre las sombras que iban prosperando a nuestro lado veíamos las pesadas gotas de la tormenta chorreando, desde un cobertizo de caña, contra la luz de un farol colgado en la pared del patio, alrededor de una jarra de vino dialogamos una eternidad. O más bien yo lo escuché hablar a él, que lo hacía magníficamente, con ese tiempo fraternal y hondo que también solía regalarnos, por ejemplo, desde la galería de su casa en Yala.
Entre tantas fecundas palabras suyas, hubo algunas que me quedaron vivamente grabadas, que me impactaron bien a fondo. Tizón mencionó entonces una fecha redonda en el tiempo futuro, un mojón en el devenir, digamos equis años, y de inmediato calculó cuántas novelas podían escribirse en ese lapso.
Bien sabemos que el tiempo no sólo suele resultar elástico, sino también mañero y engañoso. La eternidad puede ser un instante, y el tiempo arrastrarse y sobrarnos como para que imaginemos tener que matarlo. Ahora, a la distancia, me alegra enormemente no sólo que Tizón haya podido ofrecernos –y ofrecerse– esos hermosos, tocantes libros trabajados por su vida que fue produciendo desde entonces, con la misma morosa y honda serenidad con que sabía conversar tan sabrosamente, sino también que esos libros hayan conseguido el auténtico milagro, y aun en tiempos áridos y ácidos, de hacerse carne con la apasionada atención de muchísimos lectores.
Los mismos que encontraron en Tierras de frontera, por ejemplo, bajo la forma de papeles y escritos tantas veces de circunstancia, surgidos y forjados con la misma intensa expresividad del transcurrir, o como en ese reciente Memorial de la Puna que él mismo calificó de último, algo así como la frescura de verde y agua en una siesta, muchas otras verdades del escritor y el hombre. Esas que Héctor Tizón solía entregarse y entregarnos, cuando charlaba morosa y largamente entre amigos, junto con la creciente oscuridad del crepúsculo en su tierra, mientras caía la noche y se abría la confianza, con todo el tiempo del mundo para la projimidad, las historias y la fábula.
Se están yendo los míos, mis cercanos mayores. Y me quedo más solo. Pero eso sí, encendido de recuerdos fecundos.
* Poeta, traductor y ensayista.